Se inicia una nueva temporada y en el siempre esquizofrénico
ambiente de Mestalla reina más que nunca una palabra: duda.
Peter Lim, como no podía ser de otro modo, ha tomado con su
gente de confianza el poder absoluto en todas las facetas del club, lo que ha
supuesto la salida de quien fue hace menos de un año el máximo responsable de
su llegada y ya este verano poco más que una figura de cera, Amadeo Salvo, junto
con sus fieles Manuel Peris, Rufete, Ayala, Salvans, Dowens y algunos más,
dejando la parcela deportiva en manos del tándem Nuno-Mendes. Sinceramente,
quien no viera que esto iba a producirse era un iluso.
¿Cómo ha trabajado esta nueva estructura deportiva? Pues el
margen de maniobra era reducido porque había que pagar todos los fichajes del
año anterior que no se abonaron en su día, así que se han fichado
principalmente jugadores extremadamente jóvenes que puedan generar una plusvalía
en el futuro. Es decir, tal como trabajan los agentes y los fondos de
inversión. Y fichando además algún jugador innecesario –no sí si Ryan será
bueno o malo, pero ahora tenemos cuatro porteros en la primera plantilla-, lo
que no puede generar confianza si pensamos en asuntos de comisiones y favores
de ida y vuelta.
El resultado es una plantilla con un talento innegable pero
exageradamente joven y con carencias en algunos puestos clave. Y este año
disputamos, además de Liga y Copa, la Champions League, así que a priori no
parece la mejor de las composiciones posibles. El inicio, a pesar de la
clasificación para la fase de grupos de la ChL, no ha sido bueno, pero no voy a
sacar conclusiones tras solamente media docena de partidos.
Por lo demás, todo sigue igual o peor. Los propietarios no
inyectan dinero ni hay indicios de que puedan hacerlo en un futuro, el estadio
nuevo sigue parado, Mestalla sin ofertas de compra, la camiseta libre de
patrocinadores, y además el cambio de gobierno en Riba-roja ha liquidado el
plan de Porxinos y podría suponer en un futuro un desembolso de varios millones
de euros.
