Dos seres errantes que en escasas ocasiones son detectados por el resto se encuentran sin saber cómo en el Hermitage, paseando por sus estancias y salones y transitando por distintas épocas.
La hábil cámara subjetiva de Aleksandr Sokurov ("
Padre e hijo") nos guía por el arte, el boato y el decadente esplendor zarista, en un impresionante ejercicio fílmico.
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