miércoles, 24 de julio de 2013

Los sótanos del Vaticano

Tras escribir en mi anterior entrada "Proust, Cocteau, inevitablemente debía cerrar el círculo con Jean Genet" pensé que podía haberme olvidado de André Gide. Después de leer esta novela suya, constato que su relación -la de la novela, no la de Gide o el resto de su obra- con los anteriormente mencionados es prácticamente nula.

Un francmasón de familia religiosa se vuelve repentinamente el más fervoroso de los fieles tras una milagrosa curación. Su cuñado, un escritor noble, ante las malas críticas a su obra se percata de lo insustancial que es su obra...y su existencia. Además, su anciano padre le comunica que tiene un hermanastro, un curioso joven de grandes habilidades. Paralelamente, una banda de astutos timadores engañan a ricos católicos diciéndoles que el Papa ha sido suplantado y que necesitan dinero.

Libro repleto de ironía, se trata de una farsa destinada a reírse de la beatería y de los hipócritas de las clases altas. Mantiene bien la intriga y el interés, pero falla totalmente en la construcción de muchos de los personajes y situaciones y en su deficiente estructura.

martes, 16 de julio de 2013

Santa María de las Flores


Proust, Cocteau, inevitablemente debía cerrar el círculo con Jean Genet.

Genet es a Proust lo que Dostoievski a Tolstoi. Genet trata de los estratos sociales más bajos: chulos, putas, travestis, asesinos, ladrones, chaperos. Genet desecha la belleza y abraza la fealdad sin disfrazarla. Pigalle es su localización, las relaciones sexuales -homosexuales- su tema. Y la caída a los infiernos, la desesperanza, la angustia, la condena (Calderón escribió aquello de "Pues el delito mayor/del hombre es haber nacido").

Genet está en la cárcel y su mente genera una historia que le sirve para su goce nocturno. En esa historia Divina primero se pone a vivir con el chulo Pocholo, y luego acogen a Santa María de las Flores, tras asesinar éste a un anciano por dinero. Pocholo se marcha y el nuevo y complejo trío lo componen Divina, Santa María y un negro. Son personajes marginales, desesperados, duros, inocentes que nos llevan a cuestionar la moralidad establecida.

Texto amargo, crudo, honesto y que a pesar de su argumento no cae en la vulgaridad, sino que se eleva con un extraño lirismo.

lunes, 8 de julio de 2013

En la carretera


Jack Kerouac narra sus cuatro alocados viajes en la segunda mitad de los cuarenta con sus amigos, de ciudad a ciudad, de vehículo a vehículo, de borrachera a borrachera, de mujer a mujer, de bar a bar, viajes sin objetivo ni destino que sirven para conocerse a sí mismo, a su gente y su entorno en una exploración continua.

Es una especie de manifiesto de la generación beat y por sus páginas desfilan sus más destacados miembros, entre los que están evidentemente Burroughs y Ginsberg (¿por qué siendo tan rematadamente sencillo encontrar en bibliotecas y librerías libros de Kerouac y tan asequible encontrar libros de Burroughs es totalmente imposible localizar algo de Ginsberg?).

Se trata también de un canto a la amistad, especialmente con la relación entre el escritor y ese demencial y entrañable personaje que es Neal Cassady, personaje que se adueña de la narración erigiéndose en su protagonista esencial.

Leyendo este escrito uno se da cuenta de las referencias fundamentales de Bukowski. Leyendo este escrito uno no puede evitar pensar que la recopilación de algunas aventurillas personales también podrían llegar a constituir un divertido texto.