Un anciano matrimonio acude a la capital para visitar a sus hijos, quienes viven allí y que consideran la visita una carga ante sus responsabilidades habituales.
Yôji Yamada ("El ocaso del samurái") es un valiente. No esconde su intención y lo que ha realizado en esta película no es una adaptación de Ozu, ni una refactura de Ozu: es un Ozu (Ozu ya hizo en su día esta misma película) con estilo Ozu. Y eso no es sólo complicado, sino que en Japón es prácticamente es una blasfemia. Y el resultado es sensible, agradable y emocionante. Vamos, como un Ozu. O casi.
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