Ya no estamos en los años treinta, cuando en el sur los negros vivían a su modo sin invadir el espacio de los blancos. Son los años cincuenta, el enfrentamiento es patente y las reivindicaciones se suceden amparadas por las instituciones federales en lo que los blancos consideran una intolerable intromisión, mientras se han organizado para intentar mantener el estatus de inferioridad de los negros. En este ambiente casi prebélico quien en su niñez fue la rebelde Scout, quien en su niñez veía a su padre defender las causas que creía justas independientemente del color de la piel, se ha transformado ahora en una señorita que debe tomar decisiones tan trascendentales como la conveniencia de un matrimonio o dónde establecer su residencia definitiva. Y es en ese momento cuando todas las ilusiones de su niñez se desvanecen y aparece el más cruel desengaño.
Se trata, pues, de un relato sobre la propia existencia, pues al fin y al cabo ésta se reduce únicamente a una sucesión de ilusiones que nos mantienen y desengaños que nos abofetean, pasando de la seguridad a la incertidumbre. No hay más.
Se ha publicado ahora este libro de Harper Lee, pero se dice que fue la primera versión de lo que posteriormente devendría en "Matar a un ruiseñor", centrando en la infancia de Scout y cuyo padre, Atticus Finch, con rostro de Gregory Peck, se erigió en referente ético para dos generaciones de lectores. Ahora nos presentan la desmitificación de Atticus, realizada desde un costumbrismo aparentemente sencillo y tranquilo hasta convertirse en un agudo y doloroso análisis sobre las injusticias y sus motivaciones, sobre el desarraigo y las decepciones de la madurez, sobre la fragilidad de las convicciones y la profundidad emocional.
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