A tres días de la final es momento de pensar en la encerrona que nos han montado. Se han confabulado todos los poderes para que el Getafe consiga ganar el título.
La Federación, quien lo organiza, a pesar de ser el partido en día laborable lo emplaza en Madrid, ciudad que como todo el mundo sabe, es equidistante de Getafe y València. No contentos con eso, cambia el pensamiento inicial, que era disputarla en el Bernabéu, situándola en el Calderón, campo con menos capacidad para que la prácticamente inexistente afición del Getafe no esté tan en minoría. Y además a los socios del València les corresponden una entrada por cada cuatro, y en Getafe tienen el doble número de entradas que de socios. Todo ello para que los dueños del Getafe puedan lucrarse revendiendo entradas, como hicieron ya el año pasado, y como efectivamente han hecho, vendiendo entradas a través de su página web oficial por un precio mayor del que a ellos les costaron.
El presidente del Getafe, no contento con todos estos favores, pidió, sin recato alguno, a la Liga y a la Federación que modificaran la fecha de un partido de Liga del València. No pidió que el Getafe jugara en sábado, hecho que le hubieran concedido, no, sino que cambiaran un partido del Valencia.
Y algunos políticos se apuntaron a esta petición, presionando a los estamentos para fastidiar al València.
Los periodistas de los medios mal llamados nacionales, conscientes del enorme poder que ostentan en este mundillo, llevan semanas montando campaña a favor del Getafe, llegándolo a llamar “el equipo de todos los españoles”. ¡Sí señor!. Y luego esos mismos que ahora niegan la españolidad a un equipo como el València se indignan cuando oyen a alguien decir que no se siente español.
RENFE ha organizado trenes especiales para cubrir el larguísimo trayecto entre Getafe y Madrid, obsequiarán a los aficionados con banderines, rebautizarán los convoyes con los nombres de jugadores del club e incluso los van a pintar de azul. De València salen seis trenes adicionales a los habituales tras mil negociaciones y peticiones del club y la Agrupació de Penyes. No habrán banderines, ni pintura ni nombrecitos.
¡Hasta la Jefatura del Estado ha mostrado su predilección por el Getafe, en una muestra más de su proverbial imparcialidad y justicia!
De todas formas, Federación, políticos, presidentes, periodistas, organizaciones y vividores varios no pueden incidir en el resultado del partido. El único que lo puede hacer es el árbitro designado, Alberto Undiano Mallenco. El miércoles demostrará si es un tipo con personalidad o si obedece a la voluntad de sus superiores y entorno y ayuda a que consiga la victoria el equipo madrileño.
Y quiero reseñar un precedente de todo esto, aún más descarado: la final del 2002, la conocida como “El Centenariazo”. El partido se disputó en el Bernabéu para celebrar el centenario del equipo propietario del estadio, aunque otros clubes antes y después han cumplido los cien años y no han sido objeto de tal reconocimiento. Y el partido debía ser una fiesta del madridismo. Pero el sparring invitado, el Deportivo de la Coruña, les aguó la fiesta y se quedó todo el establishment con un palmo de narices.
Lo normal el miércoles es que perdamos por nuestra más que demostrada incapacidad. Pero como suene la flauta y ganemos voy a disfrutar tanto por ver felices a los míos como por contemplar cariacontecido al poder centralista.