miércoles, 12 de marzo de 2008

Nosferatu


Me refiero a la versión original, la silente de 1922 del maestro alemán Friedrich Wilhelm Murnau protagonizada por Max Schreck, aunque valoro en gran medida el homenaje que le realizó en 1979 Werner Herzog...y el esbelto cuello –ñam- de Isabelle Adjani.

Obra clave del cine de terror expresionista, sus imágenes tienen una fuerza insuperable y Murnau logra crear una atmósfera sobrecogedora a través de un magistral dominio del ritmo, de la luz y la oscuridad.

Adapta el “Drácula” de Bram Stoker. Un empleado de una compañía inmobiliaria se desplaza hasta Transilvania para venderle una propiedad al misterioso Conde Orlok, que busca trasladarse para propagar el mal.

Una película de vampiros terrorífica, con epidemias, muertes, ratas, amenazantes sombras y un espíritu malvado de ojos saltones, largas uñas y orejas puntiagudas, pero también una oda al amor y el sacrificio humano.

Murnau no es un simple cineasta. Es un CREADOR. Como lo fueron Eisenstein o Von Stroheim. O tal vez, años después, Welles.

En definitiva, una obra maestra indiscutible e imprescindible.

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