Anoche, mientras transcurría la Junta General de Accionistas
del Valencia, Bankia hizo público un comunicado rechazando cualquier
posibilidad de refinanciación de las deudas de VCF y Fundació y manifestando su
voluntad de dar entrada a algún inversor que se haga cargo del club. No sorprende su
decisión, tan lógica, sino el momento elegido, ya que buscaron realizar el
mayor daño posible a una entidad que, aún hoy, es seguida por millares de
aficionados que, aún hoy, mantienen sus ahorros en esa entidad bancaria rescatada
con dinero público. Allá ellos.
No voy a volver sobre las causas de la situación actual del
VCF, desde su conversión en SAD hasta la actualidad, sobre su gestión y las
responsabilidades que deberían derivarse. Sólo decir que tal como está el club
la entrada de algún inversor ajeno que se apodere del club es una de las dos únicas
salidas. Y la otra no es esa utópica refinanciación que ya escribí más de una
vez que de producirse sería un milagro, sino la liquidación de la entidad. Así
de claro. Y entre lo malo y lo peor, elijan ustedes. Yo sólo espero y deseo que
el proceso no cueste ni un euro a la tesorería pública.
¿Qué inversor queremos? Uno que asuma la(s) deuda(s),
termine el estadio e invierta para tener un gran equipo. Por pedir... ¿Qué
inversor vendrá? Pues sólo puede estar interesado alguien que quiera sacar
tajada de los activos inmobiliarios. Los buitres revolotean, y entre quienes
pueden ejercer fuerza para que se venda o no el club los intereses son muy
variados. Prepárense: la tragicomedia, en vez de estar cerca de su final, acaba
de empezar.
Y la gente, pendiente de si la pelota entra en una portería
u otra.
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