A Quentin Compson, justo antes de marcharse a estudiar a la universidad, lo requiere una vieja solterona amargada, Rosa Coldfield, para narrarle la historia de Thomas Sutpen, quien llegó a la población de nadie sabe dónde, se convirtió en terrateniente, se casó con su hermana mayor y arrastró a la desgracia a todos sus familiares y allegados, tanto los que ya existían como los que llegarían con el tiempo. El relato lo complementa el padre de Quentin, quien lo supo por su propio padre, lo más parecido a un amigo que tuvo Sutpen, y el propio Quentin conversando con su compañero de habitación en la universidad completa una narración en la que los sucesos se van desvelando de forma progresiva y sorprendente.
No es sólo la trágica historia de la maldición que arrastra a una familia, es la historia de la maldición que arrastra al sur, esa región formada por conceptos en decadencia como la sangre, el honor, la venganza, el fatalismo y el sufrimiento. Y nadie mejor para contarla que William Faulkner ("El ruido y la furia", "Mientras agonizo", "Luz de agosto"), por quien en mi pueblo hay verdadera devoción. Es un libro de compleja estructura y estilo trabajadísimo hasta la perfección.
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