Henrik, un humilde hombre que estudia para ser pastor, se enamora de Anna, quien le corresponde, pero la relación no cuenta con la aquiescencia de la familia de ella por las diferencias existentes. A pesar de todos los impedimentos, el amor lucha por abrirse camino.
En una película de ficción al uso los potagonistas se enamoran, los cercanos se oponen pero ellos se imponen -final feliz- o quedan frustrados y amargados -final triste-. En esta película, tras esa secuencia se nos presenta otra -con lo que se alarga el metraje hasta las tres horas en la versión para cine, que hay otra en forma de miniserie más extensa- en la que la relación en pareja topa con las dificultades inevitables por las diferencias en extracción social, ideología, temperamento y aspiraciones. Y ello se debe a que no es una ficción, sino que esta película dirigida por Bille August ("Adiós Bafana", "Pelle el conquistador") y protagonizada por su hija Pernilla y Samuel Fröler se fundamenta en un genial guión de Ingmar Bergman basado en la historia de sus propios progenitores. Y el resultado de ello es magnífico, una película de acabado impecable y donde todo está donde debe.
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