El Atlético de Madrid, en una campaña sorprendentemente histórica, se encuentra en condiciones de ganar los dos títulos más complicados a nivel de clubes, la liga española y la liga de campeones. Su lucha es contra equipos que multiplican su presupuesto y emplean sus ilimitados recursos económicos en fichar cracks año tras año. Y sus mimbres son unos jugadores fabricados casi desde la nada, desconocidos hace tres años, estrellas mundiales ahora. ¿Alguien se acuerda del desesperante juego de Luis Filipe o Miranda en sus primeros meses como atléticos?¿Quién era Diego Costa hace tres años?¿Cómo ha llegado Koke a ser la estrella que es hoy?¿Destacaría Turan en cualquier otro equipo como destaca vestido de rojiblanco?
La realidad de este equipo ha roto todos los esquemas de los analistas, incapaces de de ver, entender, asimilar y explicar sus virtudes. La campaña del atlético, ya insinuada el año pasado, trasciende los principios futbolísticos que en la actualidad explican los éxitos o fracasos de los distintos equipos. Se puede hablar de su juego como equipo, de su posicionamiento espacial impecable, de su solidaridad, su dominio en las acciones a balón parado, su concentración, su preparación física, su mágica claridad de ideas, su convencimiento en sus posibilidades, su contundencia, su ambición, su valentía, su agresividad, su calidad, el respeto y amor a sus colores, la identificación con una afición que les empuja hasta más allá de los límites. Pero todo eso sumado no termina de explicar que el Atlético esta temporada esté ganando los partidos en que es netamente superior, los que es ligeramente superior, los partidos equilibrados -la sensación es que el Atlético demuestra menos superioridad sobre sus rivales que los dos equipos que le siguen en la clasificación, y no tomen esto como una crítica, porque es justamente lo contrario- e incluso los partidos en que parece ligeramente inferior que el oponente. Todo eso sumado tampoco explica que resulte prácticamente imposible generar una ocasión de gol al Atlético, y que ellos con media ocasión anoten.
Habrá que dejar que termine la temporada, que se enfríen los posibles logros, y después analizar la forma en que este Atlético ha llegado a la cumbre. Lo que está claro es que Simeone ha abierto un camino nuevo en el mundo del fútbol. El tiempo dirá si ese camino se puede seguir explorando y si otros aventureros se lanzan por él.
Amigos atléticos: disfrutadlo, que no es un sueño. Os lo merecéis.
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