Año tras año, un conjunto de personas acompañados por sus perros tratan de dar caza a un viejo oso que vive en el bosque, y que se las ha apañado para mantenerse vivo.
La estructura narrativa de la primera parte de este relato -incluido en la colección "Desciende, Moisés"- se acerca a lo convencional, haciéndonos pensar que Faulkner ("El ruido y la furia", "Mientras agonizo", "Luz de agosto", "¡Absalón, Absalón!", "Las palmeras salvajes"), por quien en mi pueblo hay verdadera devoción, es realmente humano; pero en la segunda parte Faulkner es Faulkner y enseguida se nos borra esa estúpida idea de la cabeza. En cuanto a la temática, el bueno de William vuelve a sus materias -a su materia- y sus localizaciones -su condado-, de donde jamás debiera salir, y eso es sinónimo de calidad.
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