El carácter relativo del tiempo implica la inexistencia de los conceptos de pasado y presente, meras entelequias. Reduciendo el campo de pensamiento, un suceso cualquiera no tiene importancia intrínseca, sino que su valor se determina por la influencia sobre el individuo afectado. Esta percepción sensorial es lo que llamamos "recuerdo" y se almacena en algunas regiones del lóbulo temporal del cerebro. Pero el problema es que en ese almacén los recuerdos se amoldan a las circunstancias y necesidades del momento. La consciencia de esto es lo que nos lleva a declarar la imposibilidad de separar la parte real de la imaginaria en los procesos de recuperación memorísticos.
Hemos llegado a la conclusión de que los hechos no tienen valor "per se" y que los recuerdos son inexactos y por tanto ineficaces. La pregunta que nos realizamos por tanto en este momento es si existe algo que tenga carácter perdurable. La respuesta se encuentra presente en el titular de esta entrada: el arte.
Cierto es que el arte tiene un carácter subjetivo, ya que la impresión de la obra artística varía tanto en distintos sujetos como en distintos momentos en un mismo individuo. Pero es la simple capacidad de afectar lo que le otorga su inmarcesibilidad. El arte es, a la vez, voluble y permanente.
Esto no debe provocar un envanecimiento de los artistas, porque ellos no crean el arte, sino que éste los utiliza como meros instrumentos para manifestarse. Reconozcamos que en su elección sí influye la particular sensibilidad del sujeto.
El ARTE es. Lo que no es ARTE no es.
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