Cortometraje de J. Searle Dawley en el que un águila rapta a un niño pequeño. Es significativo porque en él aparece como actor alguien que sería muy importante en la historia del cine: D. W. Griffith. A él se le atribuyen más méritos de los que realmente tiene, pero no hay que dejar de reconocerle su mérito, entre otras cosas, por incorporar el sentimiento y la intensidad psicológica a la narrativa cinematográfica.
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