martes, 12 de mayo de 2009

La Divina Comedia


Dante se encuentra perdido en un bosque cuando se le presenta Virgilio, quien ha recibido el encargo de la amada de aquél, Beatriz, de conducir al poeta a través de Infierno y Purgatorio hasta el Paraíso Terrenal, donde será la propia Beatriz quien tomará el relevo y lo guiará por el Paraíso.

Pudiera parecer ardua la labor de leer este gran poema en su versión original toscana de principios del siglo XIV, pero la ayuda de una buena traducción auxiliar -y de un conjunto de indispensables notas aclaratorias- me ha ayudado en mi desempeño. La Divina Comedia es el gran poema del cristianismo. Su estructura formal es tan rígida como simétrica: se divide en tres grandes partes, cada una de ellas contiene 33 cantos -más un canto introductorio que completa los cien- de tamaño similar, y todos ellos son un conjunto de tercetos endecasílabos, totalizando más de catorce mil versos. Además, las tres partes terminan con la misma palabra: "stelle".

A través de Infierno, Purgatorio y Paraíso, Alighieri nos habla de personajes mitológicos -su cultura clásica apabulla- bíblicos y de contemporáneos suyos, juzgándolos y situándolos en uno u otro lado según sus conductas.

Dante era de Firenze, probablemente la ciudad más moderna del orbe en aquella época; y como suele pasar, dicha modernidad había generado graves disputas y la ciudad vivía en un estado de corrupción y caos que el gran poeta denostaba, lo cual le condujo a ser exiliado. También era muy crítico con el devenir de la curia romana y de algunas órdenes monacales, más preocupados de asuntos mundanos y pecuniarios que espirituales. Todo ello se refleja claramente en "La Divina Comedia", la cual está trufada de grandes personajes a los que Dante critica, a veces con ironía, otras con extrema dureza. No es de extrañar, por ejemplo, que sitúe a algún que otro Papa en el Infierno.

Es, pues, "La Divina Comedia", aparte de una obra de extraordinaria complejidad en forma y fondo, una gran lección teológica para los coetáneos de Dante. Su motivación es, por tanto, bastante ajena al lector que hoy en día quiere adentrarse en su mundo, lo que no impide que se pueda disfrutar plenamente de su belleza y admirar su excelente y asombrosa composición.

2 comentarios:

CumbierVilla dijo...

Me sirvió de algo, muchas gracias.

Miguel dijo...

No hay de qué, es un placer.