jueves, 11 de diciembre de 2014

Mountolive


Si alguien me hubiese preguntado si la lectura de "El cuarteto de Alejandría" ("Justine", "Balthazar") vale la pena, tras la lectura del primer y del segundo tomo quizá mi respuesta no habría sido negativa, pero hubiera tenido mis dudas. Pero la tercera entrega representa un cambio radical.

Formando los tres tomos un corpus único con unidad temporal y temática, lo que los diferencia son las perspectivas. En los dos primeros libros la historia está narrada en primera persona por un personaje que nos habla de sus sentimientos. En "Mountolive", partiendo de las vivencias de un diplomático inglés, Lawrence Durrell emplea la tercera persona para explicar al lector la globalidad de los misteriosos hechos que acaecen, que prácticamente no son ni siquiera insinuados en los tomos anteriores, dejando claro la tangencialidad y falta de comprensión del narrador de ellos.

Tenemos ante nosotros, por tanto, un conjunto de libros que supone una obra arquitectónica de primer nivel, así como un ejercicio de estilo arriesgado y exigente.

Si alguien me preguntase por la lectura de "El cuarteto de Alejandría" tras el tercer volumen, mi opinión sin duda es muy positiva. Próximamente, la última entrega.

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