sábado, 21 de abril de 2012
Radiografía del VCF: el vacío
No tratará esta entrada de las mentiras del hipócrita Manuel Llorente, ni de las no-obras del estadio, ni siquiera de la sistemática ocultación de información de esos que se autodenominan periodistas, sino exclusivamente de algo mucho menos importante pero igualmente terrible como es el desempeño del equipo en el terreno de juego. Aviso que va a ser extensa –tengo necesidad de desahogarme- y no voy a ceñirme a las sensaciones tras uno o dos partidos, sino que expondré los males que aquejan al equipo desde hace varios años y que distan de ser solventados.
¿Cuáles son los principales defectos del equipo? Vamos a tratar de exponerlos pormenorizadamente.
Primero, la salida del balón y distribución del juego. Nuestros defensas son técnicamente incapaces de sacar el balón jugado o cederlo a alguien que se pueda encargar de ello. Sólo de vez en cuando a Rami se le cruzan los cables y decide coger el balón y lanzarse hacia delante al grito de “¡Dejadme sólo!” hasta que la pierde irremisiblemente dejando vendidos a sus compañeros. Este gravísimo problema se ha acentuado con la lesión de Banega. Leí hace tiempo una curiosa estadística que señalaba al argentino como el jugador de la Liga que porcentualmente más participa en las jugadas de su equipo. No significa esto que el Valencia dependa de Banega, pero sí se puede afirmar que cuando él está en el campo todo el juego del equipo circula por sus botas. Pero, ¿y cuando no está, como ocurre ahora? Pues tenemos que el resto de centrocampistas no sirven para distribuir juego. Tino Costa se demostró desde el principio que tiene sus virtudes –entrega, chut, pases en profundidad- pero no es un organizador. Y Parejo, que es quien técnicamente posee más aptitudes ni está ni se le espera. Así queda el panorama: nadie que desde la defensa saque el balón jugado, nadie que en el centro del campo pueda distribuir las jugadas con criterio. Corolario: la tendencia del equipo cuando se encuentra con la posesión del balón es retroceder hasta cedérsela al portero.
Hablemos ahora del sistema defensivo. Cuatro años con Emery como primer entrenador y cuatro años sin que se haya podido notar una evolución en este apartado. El equipo no defiende. Y no es algo achacable a los defensas de turno, porque juegue quien juegue la situación es siempre la misma. El problema reside en que el resto del equipo no ayuda. Cuando no se tiene el balón no actúan como un conjunto , sino que se despreocupan, y además no existe ningún jugador que en la zona de medios entorpezca o corte la jugada rival.
Engarzado con el punto anterior se encuentra el siguiente: el equipo no tiene alma. Es una escuadra joven e inexperta, con poco carácter y carente de líderes. Y por si eso fuera poco, el pasotismo se ha instaurado en ellos como una religión, debido a que hagan lo que hagan saben que las principales críticas no se las van a llevar ellos.
Además, a ello se une que en el momento actual los jugadores se ven afectados por una tremenda falta de confianza que les convierte en flanes y ocasiona unos errores individuales impropios de futbolistas de primer nivel.
Sumamos algo más: el VCF mantiene la insana costumbre de salir al campo al principio de cada partido sin ningún plan ni intensidad en su juego, a ver cómo se desarrolla el partido y si con un poco de suerte el rival de turno no aprieta mucho y en alguna jugada aislada podemos marcar un gol que nos proporcione el triunfo.
En los saques de esquina a favor somos el único equipo de fútbol del mundo que provoca más ocasiones en la portería propia que en la rival. Sube todo el mundo, practicamos gilicórner o no llegamos al área rival si intentamos centrar, el balón va a parar al contrario, no baja nadie y gol en contra. Somos así de majos.
En las jugadas a balón parado en contra–y eso que cuando se fichó a Emery se vendió como un estratega especialista en este tipo de acciones- nuestra principal afición es dejar a uno, cuando no dos o tres, de los jugadores del equipo contrario libre de marca. Si el esférico tiene el capricho de acercarse a ellos, el gol es inevitable.
Nuestros laterales, por su parte, frecuentemente suben de forma alocada, a ser posible los dos a la vez y sin que nadie les realice la cobertura. Cuando se pierde el balón, lo de bajar es otro tema muy distinto. Los chicos se perdieron las tres primeras clases del cursillo de defensas, tituladas “La primera y principal función de un defensa es defender”, “Un defensa jamás sube si no le cubren la espalda” y “Cuando un lateral ha subido el lateral de la otra banda permanecerá quieto en su sitio aunque le ataque una manada de búfalos”. Y de Rami no digo nada que ya lo he nombrado por allí arriba.
El resultado final de todo esto es un equipo desquiciado y desnortado, sin estrategias claras, que aburre al aficionado cuando no lo abochorna y practica un fútbol indigno, inaceptable más allá de que los resultados sean buenos o malos. Yo no pido ganar. Sólo pido que se intente ganar.
Porque tienen razón los defensores de Emery en que los objetivos se han cumplido año tras año, pero si ustedes tienen un enemigo y quieren aplicarle la peor tortura posible olvídense de arrancarle las uñas, sumergirlo en aguarrás o calzarle zapatos con pinchos: háganle ver, uno tras otro, todos los partidos del VCF durante este 2012.
Es un hecho parece que claro que ésta es la última temporada de Emery como entrenador del VCF. Y sé perfectamente que lo echaré de menos por su actitud señorial poco dada a buscar excusas que tanto valoro, tan diferente a algunos de los técnicos que le precedieron. Pero, por favor, déjenme pensar que puede haber algún modo de jugar a fútbol que no sea esta nulidad. ¡Lo necesito!
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