sábado, 23 de mayo de 2015

Votantes

Suelo citar con cierta frecuencia una sentencia judicial que me llamó la atención en su día. Se puede leer la noticia aquí, pero lo resumo: un juez absuelve a unos estafadores al considerar que su timo era increíble y surrealista.

No tengo suficientes conocimientos de derecho para ponerme a valorar la sentencia, pero comento algunos aspectos. Me parece lógicamente discutible la absolución de los timadores, porque el hecho delictivo está probado y la responsabilidad de la “víctima” (la denominaré así, lo sea o no) no debería eximirles de culpa. Esto hablando en términos lógicos, no legales. Pero lo que me llama más la atención es el papel que se otorga en la sentencia a la víctima. Se entiende que esta persona pasa a ser colaborador necesario en la estafa, siendo a la vez víctima y cómplice. Sí, según esta atractiva sentencia, la víctima ha contribuido a robarse a sí mismo. Interesante.

Permítaseme una asociación bastante atrevida. Para mí, la víctima del caso anterior cumple el mismo papel que los votantes en unas elecciones aquí en España. Quien vota a un partido político español lo hace sabiendo que está contribuyendo al expolio que ha sufrido, sufre y sufrirá este país. Es evidente que se ponen una venda en los ojos, sueltan excusas (“voto a estos porque creo que han cambiado y pueden gobernar bien”, “voto a este partido para darles una oportunidad, ya que los otros han demostrado lo que son, pero estos no”) o necedades (“los otros son peores”, “todos roban”, “estos van a defender mejor los intereses de aquí”) que les sirven para defenderse y autojustificarse pero que no convencen ni a ellos mismos.

La clase política española, toda ella (no me vale lo de los partidos minoritarios: son parte del corrupto entramado perpetrado y culpables como los que más), ha demostrado por activa y por pasiva, de forma descarada y sin vergüenza, que se dedica al robo sistemático de las clases medias y bajas para beneficiarse ellos mismos o a poderosos que les pueden auxiliar en un momento dado. El español que no ve esto es, simplemente, porque no quiere.

El votante, en el momento de depositar su papeleta en la urna prestando apoyo a los que sabe que son ladrones, se convierte en la víctima-cómplice, esa figura que introdujimos al principio de este texto.

Señor votante: puede usted acudir a celebrar la llamada fiesta de la democracia creyendo que actúa correctamente, y puede usted indignarse posteriormente cuando se percate de que le están robando –una vez más-. Pero sepa que, para el juez citado en el primer párrafo y también para mí, usted es tan responsable del latrocinio como los políticos, y sobre su conciencia debe recaer esta culpa. En sus manos está el robarse a sí mismos para dárselo a los de siempre.


Añado una pregunta que dejo sin respuesta, ya que da para una buena reflexión: ¿son cómplices también quienes no votan a los partidos políticos españoles?

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