En San Petersburgo los tranvías se cruzan, la gente practica deporte, trabaja en la fábrica, toma el sol o, simplemente, se despierta y acicala, y el hombre con la cámara está allí, voyeur que todo lo graba.
Película experimental muda soviética sin guión de más de una hora dirigida en 1929 por Dziga Vertov, quien indaga sobre el propio hecho de la creación cinematográfica a través de este puzzle, en el que emplea varios juegos visuales y cuyo montaje es un prodigio (sabido es que los soviéticos fueron los pioneros del montaje).
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