CANTO NOCTURNO DEL CAMINANTE
Sobre todas las cumbres
reina la paz,en las copas de los árboles
no oyes
ni apenas un soplo.
Los pajaritos callan en el bosque.
Espera, que pronto
tú tambien descansarás.
CANCIÓN DEL ARPISTA
Quien nunca con lagrima mojo el pan,
quien nunca paso las noches dolientes
sentado, llorando, sobre su cama
no os conoce, celestiales poderes.
Nos hacéis entrar dentro de la vida,
dejáis que una culpa contraiga al pobre,
luego lo abandonáis a la desdicha:
pues se venga toda culpa en este orbe.
EL PESCADOR
Hinchada el agua, espumajea,
mientras sentado el pescador
que algún pez muerda el anzuelo
plácido aguarda y bonachón.
De pronto la onda se rasga,
y de su seno-¡oh maravilla!-
toda mojada, una mujer
saca su grácil figurilla.
Y con voz rítmica le increpa:
-¿Por qué, valiéndote de mañas,
hombre cruel, tiras de mí
para que muera en esta playa?
¡Si tú supieras qué delicia
allá se goza bajo el agua,
tal como estas te arrojarías
al mar, dejando en paz la caña!
¿No ves al sol, no ves la luna
cómo en las ondas se recrean?
¿Doble de hermosos no parecen
cuando en las agujas se reflejan?
¿No te seduce el hondo cielo
cuando su azul, húmedo muestra?
Cuando este aljófar lo salpica,
¿del propio rostro no te prendas?
Hinchada el agua, espumajea,
del pescador lame los pies;
siente el cuidado una nostalgia,
cual si a su amada viera fiel.
Cantaba un tanto la sirena,
todo pasó en un santiamén;
tiró ella de él, resbaló el hombre,
nunca más se dejó ver.
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