El fascinante Krzysztof Kieslowski rodó una serie de películas inspiradas en los diez mandamientos, a la que corresponde esta cinta. Un joven asesina brutalmente a un taxista y un abogado principiante no podrá impedir que se le aplique la pena capital.
Kieslowski aprovecha este argumento para reflexionar sobre la falta de comunicación, la pena de muerte, la violencia, el negro futuro que se les presenta a los jóvenes, la inmoralidad de la sociedad o el sentimiento de culpabilidad, todo ello con su personal sensibilidad y su excelso gusto por los detalles más nimios.
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