sábado, 26 de enero de 2008
El fuego fatuo
Tras las vacuas "Los amantes" y "Zazie en el metro" Malle nos ofrece esta obra maestra, mucho más en la línea de "Ascensor para el cadalso". La película está basada en una novela de La Rochelle; Maurice Ronet, soberbio, interpreta el papel de su vida; la limpia fotografía en blanco y negro corre a cargo del versátil Ghislain Cloquet; la brillante música de piano está compuesta por Erik Satie; y Volker Schlöndorff, que colaboró con Malle en otras dos películas, está como ayudante de dirección.
Un alcohólico que ha pasado los últimos meses en una clínica de desintoxicación siente pánico ante la posibilidad de ser dado de alta y decide suicidarse; pero antes visitará a sus conocidos en París.
Malle narra de forma magistral la desesperación de este hombre, que busca inconscientemente algún motivo para seguir vivo y que no lo encuentra en el interior de ninguno de sus amigos. Esta cinta es un bisturí que ataca certeramente a la hipocresía en que hemos convertido nuestra sociedad. Las escenas de Ronet sólo en su habitación son prodigiosas.
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