sábado, 19 de enero de 2008
Tiempo de amar, tiempo de morir
Sin haberlo escrito explícitamente, cualquiera que haya leído mi entrada sobre "Lejos del cielo" habrá deducido la ilimitada admiración que guardo al cine de Douglas Sirk. Es comprensible, entonces, que el hecho de visionar por primera vez una obra suya, como es esta "Tiempo de amar, tiempo de morir" suponga para mí un fuerte impacto emocional. Se trata de una de sus últimas películas, de 1958, rodada justo antes de la celebérrima "Imitación a la vida", con la que comparte protagonista, John Gavin. La música de Miklós Rózsa y el sonido a cargo de Leslie I. Carey son excepcionales.
En 1944, en el frente ruso, los soldados alemanes ya se han percatado de que la derrota será inevitable y empiezan a pensar en todas las atrocidades que les han ordenado acometer. En medio de esta depresión general, un soldado recibe un permiso de tres semanas y regrasa ilusionado a su ciudad, pero la encuentra medio en ruinas y no encuentra a sus padres. Allí conocerá a la joven hija de un doctor enviado a un campo de concentración e iniciarán una historia de amor a sabiendas de que sólo tendrán unos pocos días.
Es una película excepcional, sobre la ilusión de la felicidad en medio de una atroz realidad.
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