Leo en elpais.com que han sido robados de la biblioteca del Ministerio de Asuntos Exteriores libros de gran valor histórico. Y no un libro, ni dos...¡trescientos!
Atención a los siguientes párrafos sobre las medidas de seguridad:
“los únicos controles de la biblioteca son los tornos de acceso al palacio de Santa Cruz, sede del ministerio. Pero nunca se han supervisado las bolsas o paquetes de las personas que salen de la biblioteca y, por ende, del edificio.”
“Una de las puertas de acceso a la biblioteca no se cerraba con llave casi nunca. Y, además, era notorio que la llave estaba en un cajetín colgado en el pasillo de entrada a la sala. Era posible, pues, que los empleados de la biblioteca salieran de allí tras la jornada laboral dejando dentro, solas, a personas ajenas a la instalación.”
“Había -y hay- al menos cuatro cámaras de seguridad en la instalación. Las cámaras grababan constantemente a las personas que entraban y salían de allí, pero nadie visionaba luego las imágenes. Sólo se acudía a ellas si había sospechas de alguna anomalía que fuese necesario acreditar con imágenes. Pero nadie, siempre según las fuentes consultadas, revisaba habitualmente las grabaciones, que, además, se iban destruyendo periódicamente. Más bien, las cámaras tenían un efecto disuasorio para los visitantes que, a la postre, se ha revelado ineficaz.”
Y esto en un Ministerio. De república bananera.
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