Esta película es la culpable de haber lanzado a la fama al insoportable Hugh Grant y ser la antecesora de otras comedias británicas como “Notting Hill”, “El diario de Bridget Jones” y “Love actually”, así que la vi con el cuchillo entre los dientes y los ojos inyectados en sangre, preparado para destriparla sin compasión.
Y así fue: comedia ñoña, pastelosa y sosa. Los tópicos de este tipo de películas abundan: amor quimérico, secundarios “curiosos” y pretendidos golpes de humor, muchos de ellos sin la más mínima gracia. Pero debo reconocerle algunos méritos: en un par de momentos me hizo reír, el guión está bien trabajado, y algunos de los actores secundarios actúan realmente bien.
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