Últimamente se están realizando en Europa grandes producciones destinadas directamente al mercado televisivo. Me resulta intrigante esto, porque veo difícil que alcancen rentabilidad, dado que el coste, sin llegar al de las películas de cine, es elevado y los ingresos limitados. Estos últimos días he visto dos de ellas: “El gran éxodo” y “El desafío de Sharpe”.
“El gran éxodo” es una gran producción alemana, muy esmerada, ambiciosa y multipremiada en su país, que cuenta con reconocidos actores locales y narra las desventuras de unos aristócratas prusianos y sus sirvientes tratando de huir de los invasores rusos en los últimos meses de la II Guerra Mundial. Apreciando su valor estético, se queda a medio camino de todo. Podría haber sido una interesante historia, pero queda reducida a un simple relato de amor y heroísmo, alargado por las andanzas de los secundarios.
En “El desafío de Sharpe” el actor Sean Bean retoma el papel de Richard Sharpe que le dio tanto éxito en la televisión británica. Ambientada en la época colonial británica en India, Sharpe es un soldado a quien el Duque de Wellington envía de nuevo a India en una peligrosa misión. Personajes muy esquematizados y tópicos (hay que ver qué malos son los malos y qué valientes los héroes) en una aburrida película repleta de batallitas.
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