Hay algunas novelas que por su idiosincrasia pueden trasladarse al cine de forma bastante certera y otras cuyo espíritu es complicado plasmar en la gran pantalla. “El perfume”, novela de Patrick Süskind, es de estas últimas. No digo que no se pueda llevar al cine, de hecho pienso que sería posible efectuar correctamente alguna adaptación sin excesivas alharacas ni pretensiones. Pero intentar trasladar fielmente el libro al cine me parece una auténtica locura, y encargarle el proyecto a un director mediocre como Tom Tykwer un solemne disparate.
Al parecer su única idea durante la grabación de la película fue enseñar cómo se lo habían currado los de producción, recreándose en mostrar en cada escena detalles insignificantes, como si en ello estuviera el poder de la cinta. Además abusa de la cámara lenta, de la melodramática música, de un excesivo metraje y de la grandilocuente voz en off para intentar darle a la película una epicidad de la que carece totalmente. Y hay algunas escenas tan rematadamente pésimas que parece que Tykwer estuviera riéndose de Süskind, de los espectadores y de su profesión. Las secuencias finales, especialmente, son ridículas hasta el extremo.
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