Larsen, individuo sin escrúpulos que se vio obligado a salir de Santa María por los problemas que tuvo debido a su ocupación allí (era proxeneta), vuelve tras varios años de exilio y recibe el encargo de dirigir un astillero que lleva mucho tiempo sin actividad...y que continuará así eternamente. Esta novela del uruguayo Juan Carlos Onetti narra las relaciones de un cínico antihéroe con su patrón y la familia de éste (tendrá un romance con la hija, medio loca), así como con los otros dos empleados del astillero, en un ambiente opresor y decadente. Este inactivo astillero representa claramente una alegoría de la situación política de casi cualquier país latinoamericano en la época de publicación del libro, principio de la década de los sesenta.
Onetti hace un magnífico ejercicio de estilo y nos muestra con su habitual mirada pesimista la realidad social que le tocó vivir, usando como base argumental la soledad, la incomunicación y la precariedad vital.
El uruguayo ubicó muchas de sus novelas en la imaginaria ciudad de Santa María, e incluso retomó el personaje protagonista de esta novela para su posterior (aunque anterior en la ficción) “Juntacadáveres”.
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